La história de mi padre
Muchos de vosotros sabéis que en este momento mi familia y yo estamos
pasando por momentos muy duros a raíz de problemas políticos que está viviendo
mi padre, José Genoino. A lo largo de muchos años de convivencia muchos de vosotros
habéis escuchado algunas cosas sobre quién es mi padre, lo que ha hecho, su
vida política, pero en este momento me gustaría explicaros mejor lo que está
ocurriendo.
Para eso empiezo por
contaros un poco sobre la historia de vida de mi padre, que ayuda a explicar
muchas cosas. Él ha nascido en Quixeramobim, una ciudad muy, pero que muy
pequeña en el nordeste de Brasil. Su familia era compuesta por padre y madre
campesinos, con 12 hijos para cuidar, viviendo en medio del “sertão” de Brasil,
una región con sol todo el año, poca lluvia y dónde tenían que habérselas para
conseguir plantar y cultivar aquello que necesitaban para comer. En este sitio,
perdido en medio a mucha pobreza, ha nascido mi padre,
que decidió, por su propia cuenta y riesgo, que quería salir de allí para
estudiar y, quien sabe, conseguir cambiar la vida de su familia y de la gente
esa que tanto sufrimiento cargaba a las espaldas. Pues bien, a los 7 años mi
padre empezó a
caminar, día tras día, 14 quilómetros para ir y otros 14 para volver a una
escuela donde a lo mejor pudiese estudiar y ser alguien en la vida.
Así empezó su
historia de lucha, donde siempre ha dejado sus necesidades personales a un
lado, en nombre de sus ganas de hacer algo con respeto a todo aquello que le
parecía injusto o inaceptable. Consiguió estudiar y fue el primero en su
familia en conseguir entrar en una universidad, una no, dos, empezando a estudiar derecho
y filosofía. Fue allí, en medio a los estudios, que conoció el movimiento de
estudiantes, actuaciones primero dentro de las universidades y después fuera,
para luchar por mejores condiciones de estudio, más libertad de expresión,
democracia, justicia. Y fue allí donde él estaba cuando empezaron los años del
régimen militar, un golpe de estado en Brasil, donde se eliminaron los derechos
civiles, como el voto, la libertad de prensa, el derecho a opinar, entre otras
cosas.
La dictadura militar encerraba en la cárcel a los que protestaban en contra
de aquella situación, utilizando de todos los medios para callar a los que
intentaban defender el derecho de todo un pueblo. Mi padre y mi madre fueron
encerrados en la cárcel. Mi padre estuvo 5 años encerrado y mi madre 1 año y
medio. En este tiempo los han torturado a los dos, de todas las maneras
posibles: choques, ahogamientos, quemaduras, dolor, mucho dolor. Ellos dos han
llegado a ser torturados el uno delante del otro, con todo el peso físico y emocional de una
situación como esta.
Toda esta lucha ha tenido un final feliz pues al final la dictadura militar salió
derrotada y los derechos fueron devueltos al pueblo brasileño como nunca debían
haber sido quitados. Aún así, aún ya habiendo hecho algo muy importante para
siempre, mi padre siguió en su camino de lucha, esta vez en la democracia, actuando como diputado
federal a lo largo de 24 años. En estos años siempre ha luchado por los
derechos de los que más necesitaban y nunca, jamás, se ha dejado llevar por las
ilusiones del poder, como el dinero fácil, la publicidad efémera de la prensa,
los engaños de tener más de lo que se debe. Él ha llegado a ser invitado varias
veces a posar para la revista “Hola” brasileña y jamás lo aceptó, diciendo que
él no estaba en esta vida para ilustrar reportajes, sino para vivir su lucha,
su historia, sus ideales.
En el año del 2002 Lula ha sido elegido presidente de Brasil, una lucha que
mi padre y el partido en el cuál siempre ha participado, lo encabezaron desde que la
democracia volvió a Brasil. Finalmente podrían cambiar las cosas, efectivamente
no luchar, pero hacer un país mejor. En 8 años de gobierno Lula ha reducido
enormemente la pobreza en
mi país, sacando a mucha gente de la más absoluta miseria, devolviendo la
dignidad de todo un pueblo. La gente sin recursos empezó a poder crecer en la vida, estudiar, trabajar, crear una familia, ser digno.
Pero, claro está, eso no ha sido del gusto de mucha gente, especialmente de
aquellas personas que por años y años han tenido el poder y el dinero en
Brasil. Si antes se privatizaban las empresas para dar dinero a los
empresarios, ahora Lula destinaba los fondos para que la gente tuviese una “beca
familia”, donde la gente sin recurso pudiese tener su contribución mensual y
seguir adelante. Si antes Brasil se ahogaba en las deudas con otros países,
ahora Lula empezaba a
fortalecer las empresas brasileñas y a darles la posibilidad de crecer aquí
mismo, ganando fuerza económica y social, con los muchos
trabajadores que salían por fin del paro. Donde antes había injusticia, empezó a existir igualdad,
donde antes había desigualdad, empezó a existir
dignidad.
Bueno, con todo eso, encontraron una manera, los partidos y poderes de
oposición, de intentar derrumbar a este
proyecto del cual mi padre es una parte. En el año del 2005 salió un diputado a
decir que existía un esquema de compra de votos, o sea, que el partido de mi
padre pagaba a los otros partidos para que en el congreso votasen a favor del
gobierno. En este momento mi padre era el presidente del Partido de los
Trabajadores y gran parte del escándalo cayó sobre él.
Del 2005 al 2012 fueron 7 años de mucho sufrimiento para mi padre y para
toda nuestra familia. Fueron muchas las falsas acusaciones y excesivas las
exageraciones de la prensa. Infelizmente en Brasil no tenemos periódicos de izquierdas, solamente hay
la visión de los poderosos y de los que desean que nada cambie.
Al final, ahora en el año del 2012 mi padre ha sido condenado por supuestos
crímenes que él jamás ha cometido. Le han condenado porque ha firmado un
préstamo de su partido, que, a la vista de los jueces sin carácter, seria para
pagar a los diputados. Lo único que se han olvidado es que este préstamo estaba
legalizado,
que ya ha sido pagado y que no existe ni una sola prueba de que haya existido
algo ilegal con el dinero que el Partido ha recibido para pagar sus deudas.
También le han condenado porque, decían, había hecho muchas reuniones con otros
partidos, olvidando que mi padre era el presidente del partido y que era
natural que tuviera que reunirse con otros políticos. No hay ni una sola prueba
para que pudieran condenar a mi padre y aun así lo han hecho.
No sabemos lo que pasará, pero os puedo decir de corazón que si por un lado hay mucha gente en
contra, por otro estamos recibiendo muchas demonstraciones de respeto y de
apoyo. Personas que no son sólo del partido de mi padre, sino individuos que
desean compartir su indignación con nosotros, demostrar que están y estarán a
nuestro lado para lo que haga falta. Mi padre está bien, fuerte y decidido a
luchar por su inocencia. No va a bajar la cabeza y no dejará que nadie ensucie el único
bien que ha conseguido conquistar a lo largo de más de 40 años dedicados a la
política: su honradez y su
honestidad.
La gente que nos apoya sabe que mis padres viven en la misma casa hace más
de 20 años. Saben que mis hermanos y yo trabajamos no por pasar el tiempo, como
lo hacen muchos hijos de gente con dinero, pero porque necesitamos pagar
nosotros mismos nuestras cuentas y construir por nuestro propio esfuerzo nuestro futuro. Saben
que una persona que es corrupta, como dicen de mi padre los jueces sin carácter
que le han condenado, nunca tendría la vida sencilla que tenemos, sin lujos,
sin dinero sobrando, solamente luchando para seguir en frente.
En este camino tan difícil os puedo decir que sólo he conseguido aguantar
tanta injusticia y tanta dificultad por el apoyo de todas estas personas. Hoy
sé que no estamos solos y eso nos da la fuerza necesaria para luchar junto a mi padre,
por justicia, por su inocencia. En este camino, mi Miguel, nuestro Miguel, ha
sido una pieza
fundamental… él ha vivido junto a nosotros situaciones difíciles, momentos
duros, de llanto, de angustia, de rabia. Y en todos ellos ha sabido ser una
persona fuerte lo bastante para ayudar a todos, en especial a mí. Os digo que
no sé lo que sería de mi si no tuviera a mi Migui a mi lado en estos últimos
meses. Vivir momentos buenos con la gente a la que queremos es maravilloso,
pero vivir momentos tristes nos enseña que el verdadero amor está también en
esta lucha por sobrevivir, por aguantar, por estar al lado de quien necesita.
Os agradezco de
corazón
que, aunque lejos, aunque sin poder entender toda esta historia de mi país,
hayáis transmitido buenos pensamientos, oraciones y pedidos de que todo saliera
bien. Aunque no hayamos podido encontrar la justicia, sabemos en mi familia lo
importante que es existir una corriente positiva por mi padre, que es enorme, y
que tanto sentimiento positivo sólo puede traer cosas buenas, aunque tengamos
que esperar un poco por eso.
En uno de los días más difíciles
para mi padre, cuando fue condenado, en medio a tanta cosa mala él fue capaz de una vez más pensar en los
demás, antes que en él mismo. Me miró a los ojos y dijo: “Hija, tienes que ir a
España en fin de año. Yo quería ir, pero al final no pudo ser. Alguna vez volveré a Sevilla, pero
aunque no pueda ir, tú y Miguel debéis ir con los niños, para salir un poco de
aquí, recuperar las energías. Y sobretodo porque Miguel lo merece después de
todo lo que ha aguantado aquí en estos últimos meses”. Y por eso vamos a
España, con los corazones
muy heridos, pero con la esperanza de encontrar tranquilidad y un poco de paz.
Yo de mi parte, aunque viva sentimientos de los más variados, deseo
reencontrarme con Sevilla y con su gente de una manera diferente a la que dejé
hace poco más de tres años, cuando dejamos a España. La verdad es que todo eso
que está pasando con mi padre me está haciendo ver la vida de una manera muy
diferente; la lucha que tendremos por delante será dura, mi padre tendrá que
ser fuerte, nosotros también, por eso todo lo demás que haya en mi vida que
pueda arreglarse con una sonrisa, una conversación y un abrazo, lo haré.
Os agradezco de
corazón que
hayáis tenido la paciencia de leer mis palabras, y espero que el próximo
reencuentro permita de verdad que todas las heridas queden a un lado para que
de verdad la fuerza de
lo que vale en esta vida, vivir en paz, pueda ayudarnos a seguir luchando aquí en Brasil
por la inocencia de mi padre.
Con cariño, Miruna.
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